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El caso de espionaje entre McGuarren y Perrari ha conmocionado el mundo de la Fórmula 1 y a la prensa rosa. Todo el escándalo surgió porque un mecánico de Fewarri (Nigel Stepney) le enseñó al jefe de diseño de McLaren (Mike Coughlan) unas afotos que tenía del coche que se iba a comprar. Todo se enrevesó de tal forma, que, al final, todos echaron la culpa a Frenando Alonso (especialmente la prensa inglesa).
Todo comienza en septiembre de 2006, cuando Jean Todt le da la patada a su lugarteniente en pista Ross Brawn, porque sabía que Ferrari sin Michael Schumacher iba a ser lo mismo que si compitiera Carlos Sainz con un Focus. Entonces, Nigel Stepney, jefe de diseño de Ferrari, fue propuesto para ser ascendido a la vacante; pero la cagó diseñando el Fórmula 1 de ese año, lo que hizo que Todt ascendiera a Luca Baldisseri en detrimento de Stepney. Coughlan entró en cólera y casi alcanza el nivel de supersaiyan. Para desquitarse del mal sabor de boca, Stepney decidió comprarse un Ferrari (eso sí, a precio de trabajador) y ser la sensación por las calles italianas.
Nigel Stepney, debido a la gran labor que hace sobre el rediseño del nuevo Ferrari, se mantiene ocupado hasta marzo de 2007, cuando decide quedar con su buen amigo Mike Coughlan para que le de su opinión sobre el Ferrari al que se quiere comprar. Entonces le entrega a su amigo de McLaren el catálogo de Ferrari para que le aconseje.
Debido al lío que tiene McLaren para boicotear el coche de Alonso, Coughlan no puede echarle un ojo al catálogo de coches de Ferrari hasta el mes de mayo. Entonces le encarga a su mujer que vaya a la afotocopiadora que hay enfrente de la sede de McLaren para afotocopiar el catálogo y devolvérselo a su dueño. El encargado de la afotocopiadora, curiosamente, es un gran seguidor de la escudería de Mariconello, y decide llamar a Todt para comentarle que un inglés quiere comprar un Ferrari.
Mientras tanto, Nigel Stepney se estaba corriendo la juerga padre con los ingenieros de Ferrari en el box, poniéndose hasta el culo de droga, con tan mala suerte que mancharon de polvo blanco uno de los monoplazas. Entonces la policía italiana le encalomó y le acusó de sabotaje, ya que pensaban que querían que el monoplaza de Kimi Räikkönen se cogiera un colocón y bajase el rendimiento aún más si cabe.
Dos meses más tarde, Nigel Stepney recibe una patada en el culo de Jean Todt, colocándole de patitas en la calle, tras enterarse de lo del catálogo. Mike Coughlan corrió similar suerte y fue llamado por Ron Dennis y suspendido de empleo y sueldo por mirar el catálogo de un Ferrari.
Gracias a la presión ejercida por Hamilton para ver si podían meterle mano a Alonso de alguna forma, la FIA se metió en el asunto para que iniciaran una investigación en la que acusan a Alonso de espionaje ya que un día le vieron con un polo rojo. Como no había evidencias de que McLaren hubiese utilizado el catálogo de Ferrari no se les encalomó.
La presión que hace Ferrari sobre la FIA surte efecto ya que de otra forma sería imposible que ganaran el mundial de escuderías. La FIA decide llevar a la justicia ordinaria el caso. El presidente de la FIA envía una carta a Pedro de la Rosa, Alonso y Hamilton, invitándoles a colaborar. Como a los dos españoles se la pela, declaran todo lo que saben. En cambio, Hamilton llora como una niña y se caga de miedo, ya que puede recibir una patada de McLaren si declara o recibir una patada de la FIA si no declara.
Finalmente declaran los pilotos y la FIA le mete un puro a McLaren, que tiene que pagar 100 millones de dólares. Los pilotos salen indemnes pero a la escudería le quitan todos los puntos en el mundial de constructores. McLaren culpa a Frenando Alonso de todo por no impedir a Mike Coughlan recoger los dossieres de Ferrari. Entonces la escudería inglesa decide dar todo su apoyo a Hamilton por no haber dicho ni mu.
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